En
el camino de mi vida por principios y necesidad de saber, he experimentado en
todo y con todo lo que me ha rodeado. Acción, reacción. He probado para saber la realidad, aun siendo
advertido de las consecuencias, he
querido probarlo en mis propias carnes. Aunque haya necesitado más tiempo que
cualquiera para llegar a la misma meta; no me he parado, ni me desmotivado.
Después de tantos ensayos, pruebas y modificaciones he llegado a mis propias
conclusiones.
Puede
que exista una medida en el universo o una escala que dé valor a los
sentimientos. La suerte es que no la hemos encontrado y disfrutamos de todo lo
nuestro y los nuestros hasta donde alcanza el corazón. Debemos pactar con el
tiempo, aceptar la temperatura, recorrer las distancias o vaciar objetos para
poder comunicarlos; pero sin medida.
La
libertad de pensamiento construye un mundo de ideas, ilusiones y sueños para
alcanzar. Pues como cada uno somos un paraíso diferente hay una infinidad de
caminos por elegir y recorrer. Dentro de
nosotros mismos cabeza, alma y cuerpo pactan proyectos de vida. Y no es mala
idea una ayuda o ver otras opciones para cumplir las nuestras. Pues con más
personas, se consiguen quimeras diferentes, mezclas de fantasías reales.
Todos
tenemos una rosa de los vientos cuya flor de lis marca el rumbo de los
kilómetros que queremos hacer. Pues infinitos son nuestros deseos y ganas de
amar a nuestra manera. La fuerza interior guiada por la razón nos lleva a cada
uno de los puertos predestinados. Y cuando mejor funciona, es en los momentos
adversos cuando los sentidos no la acompañan.
Tenemos
una carcasa para el alma, que cuando aprendemos a aceptarla, se convierte en la
mejor armadura. Y aunque llena de mellas, oxidada, y no siempre esté entera;
consigue dar seguridad a todos. Con los años se llena de personalidad y nos
hace inconfundibles y únicos. Y en todo momento la puedes hacerla relucir,
engrandecer o lo que quieras; si encuentras tu armonía.
Elegir
banalidades, creer en los objetos o atarse a cabezas vacías, perjudican
seriamente la felicidad. Enturbian la visión de la dirección que ordenamos. Y
aunque nuestra capacidad es ilimitada, la llenan de varemos inútiles. Es mejor
alejarse de los que te ofrecen bálsamos sin motivo alguno. Así lo único que
consigues es un ego malsano.
Y
poco a poco debemos de cargarnos de nuevas esperanzas. Vivir cada momento, como
un último día. Y regalar todo el resplandor a los que sabemos que se lo
merecen. Pues el equilibrio lo creamos nosotros haciendo contrapeso a las
adversidades. Y cuando sea necesario, pasar el legado aprendido a tus
sucesores. Y transmitirles que ahora mismo, es el momento de darlo todo; pues
no sabes cuanto te queda.
Una entrada emotiva y de lo mas racional!!! Me gusta como escribes. Un besito! :)
ResponderEliminarMuchas gracias. Bien sabes que soy fiel lector de Confesiones, pensamientos y algo más¡¡¡
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