Una noche mas, todos iban cogiendo asiento. Un lugar cómodo
para poder escucharle. En sofás, sillas, mantas en el suelo…Los niños tenían
sus tazas con leche y cacao. Los mayores en cualquier vaso o recipiente
similar, removían sus cafés humeantes. Era un ambiente mágico. La chimenea
encendida, las luces apagadas, silencio y expectación. Mientras se colocaban cada
uno en su sitio predilecto, él llenaba su pipa curvada con un tabaco muy dulce y oloroso.
Meticulosamente la cargaba, para que así durara toda la historia. Y en el
momento de mayor silencio, prendía una cerilla, daba grandes bocanadas y
expulsando el humo por la nariz… comenzaba a relatar…
- Bien sabéis que yo
no nací mayor. (Risas) Como ya os he dicho: mi infancia ha sido una de las mas
felices vividas y hoy os contaré una ventura…
Primero deciros, aunque muchos lo sabéis, mi infancia y
juventud las pasé con algunas personas que están aquí presentes. Así que… si
recuerdan la historia, solo les dejaré poner su granito de arena para
engrandecerla; como las buenas historias. Pues uno no recuerda si eran diez o
mil los dragones que realmente encontramos en nuestros caminos.
(Sonrisas en la habitación)
- ¿Os he
contado que una tarde fuimos ricos? Si; ricos, ricos
- Noooo ¡¡¡ (al unísono).
- Pues
escuchar con atención….
Era una tarde de verano en la que nos enzarzábamos con
cualquier cosa para jugar. Unos palos como bastones o espadas, muchísima
imaginación, y a pasear. Nuestros pasos se dirigían al pueblo de abajo; ese que
tenía un pequeño castillo y una iglesia amurallados. Que tantas historias como
días habíamos pasado allí. Los dos, rebosantes de alegría y energía nos
divertíamos mientras charlábamos de nuestro mundo. Pues la fantasía sobresalía
de nuestras cabezas y corazón. Ese día teníamos la intención de ir a un lugar
secreto que nos habían contado. Mas allá de la casa encantada, pasando la
fabrica derruida. Siguiendo el sendero de la fuente del león, que estaba
paralelo al rio. Era un sitio abandonado, además de precioso; era un sitio
especial…
- ¿Por cierto;
mi café? Dejasteis al mejor jugador sin
cartas. Sin café no continúo…
Sr Atte, como avezado lector "anónimo" de tus historias, y como protagonista de algunas de ellas, me veo obligado/invitado a poner mi granito de arena en esta historia...por cierto, fueron más de mil los dragones que nos encontramos en nuestro camino.
ResponderEliminar"...tan especial que ese lugar, contenía tesoros, multitud de diminutos tesoros desperdigados por todas partes, era increíble, mágico. Poco a poco los dos amigos fueron recolectando esos pequeños tesoros como si de frutos maduros se trataran, respiraciones aceleradas, aspavientos descontrolados, risas nerviosas desbordantes de felicidad, eran rícos!!, se repetían nerviosos e incrédulos los dos amigos el uno al otro...”
“…pero en realidad, lo que los dos amigos no sabían, era que el tesoro de verdad era ese recuerdo en sí mismo, ese pensamiento de felicidad compartida, esa amistad inquebrantable e imperdurable en el tiempo. Ese recuerdo, era un simple fogonazo de alegría que aparecía cuando más se necesitaba, una balsa que aparecía en los días de tormenta más oscuros, felicidad pura, que funcionaba como carburante dándoles energía para caminar.”
Aún de vez en cuando, una sonrisa enigmática que aparece en la cara de los dos amigos demuestra que ese recuerdo sigue vivo, tan limpio y claro como el primer día, tan simplemente absurdo, tan simplemente felíz.
Ese recuerdo creó un lazo invisible entre los dos amigos, una unión que por mucho que se empeñara la vida, sería imposible de desatar.