29 de mayo de 2012

Pesadilla



Pesadilla


Llegué primero; me tocaba esperarlas. No se el porqué, pero estaba casi seguro que ellas ya estarían allí. Quizá el tono de nerviosismo en el teléfono o la voz sofocada. Me pareció muy raro que llegara yo antes.
Aquel sitio lo recuerdo perfectamente (Ya había estado antes y mucho tiempo). Era una sala antigua de una nave. Un color marrón  oscuro y verde cubría  todo, el techo superaba los 4 metros de altura.  De ladrillo gastado y pulido eran sus paredes mas tenía un suelo de terrazo.  Verdes eran  las puertas, ventanas y lo que fuera de madera. La habían convertido en un bar provisional. Y en la otra punta de la puerta, estaba la barra.
Me senté en un taburete, saqué el móvil y empecé a mirar mis redes sociales. Pedí un café (creo que es lo único bueno que pasó) y antes de traérmelo entraron por la puerta.
Estaban enojadas. Sus ojos radiaban odio y su expresión era de lo más dura. Vinieron rápidamente hacia mí. Y sin un saludo, ni un buen día, me preguntaron en voz alta:
¿Pero qué te has creído? ¿No significamos nada para ti? ¿ …..?
No comprendía nada. No entendía lo que me decían y menos porque estaban enfadas. Misma mente una de ellas no era la que debía estar allí. Cada vez subían más el tono. Y mas molestas estaban por mis expresiones de poco entendimiento.
No pensaba que me fueras hacer esto. Eres el ser mas despreciable que he conocido
Hacer el que; nada sabia de lo que me estaban hablando. Pero cada vez las palabras eran más ofensivas. Cada vez más insultos y desprecios, echándome en cara algo que no  creía que fuera cierto. Las miraba a los ojos y estaban llenos de ira. ¿ Que podía haber hecho tan malo?. Asi que se lo pregunte.
¡¡¡Encima ni te acuerdas, eres increíble¡¡¡
A partir de ese comentario llegó lo más duro. Reprocharon todos los momentos vividos. Lo poco que luchaba por todo el tiempo vivido juntos.  Lo nada que valoraba aquello. Su deseo de que me quedara solo en la vida, pues es lo que me merecía. Y lo gilipollas y perdedor que era.
En mi rostro pálido no dejaban de brotar lágrimas. Mi corazón ardía de impotencia. Y mi cuerpo paralizado e inerte no respondía ningún estimulo exterior.  Hasta el momento que salieron de mi boca las palabras que nunca deseare oír:
No quiero estar contigo; ni un segundo mas. Y tu; eres una imbécil engreída que nunca llegarás a nada
El corazón me palpitaba a mil por segundo. Mis ojos estaban empapados y exaltado grite muy alto. Odio tener sueños tan realistas, con sitios que conozco, personas cercanas, y situaciones que podría vivir. Menos mal que me desperté de aquella pesadilla.

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